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"Santa Presión" por José Luis Centeno / @jolcesal
Puerto Rico en bancarrota acude a un plebiscito para buscar su identidad, los boricuas votarán por adherirse a EEUU, no sería descabellado pensar que Nicolás Maduro plantease algo similar en relación a Cuba, tomando en consideración “que Venezuela es un país quebrado y un narcoestado que dejó de ser una democracia hace mucho tiempo”, como lo afirmó Óscar Arias, ex presidente de Costa Rica, enfatizando, “Venezuela es una autocracia que mata y encarcela”, cuyas opciones de aprobación internacional se reducen en igual proporción a la profundización de la crisis humanitaria que propició por no tener capacidad para gobernar, que vio en la convocatoria a la Constituyente una salida propensa a convertirse en un atolladero en caso de extenderse el sisma entre maduristas y chavistas.
La petición de Nicolás Maduro al Papa para que sirva de intermediario con la oposición, pondrá a Francisco I más perplejo, por no decir vacilante, respecto a Venezuela, ya que con la Constituyente florecen dificultades para el primer mandatario en el seno de sus correligionarios alto difíciles de superar incluso con la ayuda divina que pide para entenderse con opositores a quien el ex presidente español, Rodríguez Zapatero, no logró convencer con “viejas propuestas de diálogo de 2016”, ante la falta de resultados, Miraflores habría planteado “liberar a todos los presos políticos y evaluar suspensión de Constituyente”. Para la comunidad internacional son claros los riesgos que implica una propuesta de esa naturaleza viniendo de un régimen que apela a la nueva doctrina de las FANB que propone enfrentar protestas como si fuesen un ejército extranjero, declarando la guerra al pueblo venezolano que exige democracia y libertad, lo patentizó la Cruz Roja desplegando su bandera en la sede afectada por la feroz represión ejercida por quien no da muestras de contrición por más que recurra al Santo Padre.
Ante esta realidad, la presión internacional y la calle deben actuar en simultáneo, generando un abanico de opciones para orientar esfuerzos a una “solución pacífica” como lo pidió Ángela Merkel expresando un sentimiento reinante en toda Europa, bien sea a través del verdadero diálogo social que reclama Venezuela según la OIT, el “mecanismo de arbitraje” propuesto por Perú o las elecciones sugeridas por Bachelet, entre otros planteamientos que demuestran como la comunidad internacional está atenta a la crisis venezolana, agudizada por los hechos vulnerantes de las garantías constitucionales perpetrados por miembros de las fuerzas de seguridad del régimen, cuando los “Poderes del Estado deben velar por los DDHH en Venezuela” como lo está exigiendo Parlasur y ha sido un punto de honor en la OEA, a la par de sostenerse en este organismo que la medida que quiere implementar Nicolás Maduro convocando la Constituyente no resuelve el problema real de Venezuela.
La paradoja de esperar algo bueno del régimen de Nicolás Maduro, la planteó nuevamente, a la par del ex presidente español, la Conferencia Episcopal Venezolana, al informar que la “Santa Sede retomará diálogo si Gobierno cumple condiciones”, lo que pareciera un absurdo le crea un escenario adverso a Maduro y sus secuaces, dada la imposibilidad de cumplir condiciones que los colocarían en la antesala de un cambio político que tratan de evitar a toda costa, por eso, tratando de escurrirse el bulto que pusieron sobre sus hombros los Cardenales y Obispos venezolanos, el dictador devolvió la pelota al campo de juego eclesial implorando la mediación papal para entenderse con quienes eran tildados al mismo tiempo de racistas e intolerantes por Delcy Rodríguez, Ministra de Relaciones Exteriores, al culpar a la oposición por hechos de violencia en el país, ambas facetas, a saber, pedir ayuda aparentando disposición de entendimiento con quien descalifica, agrede y asesina, corresponden al mismo afán de seguir elevando la apuesta a propios y extraños, necesitado como está el régimen de desviar la atención del objetivo que debe aglutinar a la comunidad internacional y al pueblo en la calle, que nos es otro que sacar a Nicolás Maduro y su camarilla narco corrupta del gobierno, cualquier otra acción o pretensión alejada de ese fin fortalece la estrategia del gobierno de acallar la presión internacional y desmovilizar la calle, lo cual sería una verdadera calamidad para la humanidad.