La seducción del poder

POR JUAN GUERRERO - VENEZUELA - 05 ENE 2017, 8:26 A.M.

  En sus largos periplos de diplomático, Pablo Neruda (1904-1973) concibió su primer hijo. Malva Marina se llamó. Pero nunca conoció ni menos socorrió, siendo que esta padecía de hidrocefalia, a su enferma hija. Prefirió olvidarse de ella y de su madre, la neerlandesa María Antonia Hagenaar. La vida diplomática y su amor por la poesía fueron más fuertes y atractivos.

   Viendo juntos un documental sobre la vida del poeta, mi esposa alarmada e indignada, me comentó: -¡No sabía sobre este asunto! –Ya no quiero saber nada sobre este irresponsable poeta.

   Pero si esto hizo Neruda, en la historia humana existe suficiente información para darnos cuenta que en la inmensa mayoría, sus protagonistas han mantenido principios, planteamientos e incluso, posiciones religiosas, políticas e ideológicas, que han sido cuestionadas y rechazadas.

   Lo apreciamos en gran cantidad de artistas en el llamado Renacimiento. Apenas por mencionar a Miguel Ángel, protegido por adineradas y déspotas familias y el poder papal. Y sin alejarnos demasiado, acerquémonos a la historia reciente del nazismo, donde nombres como el de Günter Grass (1927-2015) premio Nobel de literatura, aparece entre una inmensa lista de escritores y artistas al servicio del régimen hitleriano.

   De músicos y directores convendría comentar las relaciones que mantiene el joven director de orquesta venezolano, Gustavo Dudamel, con el régimen revolucionario, bolivariano, chavizta y socialista. De él y su mentor, el llamado maestro José Antonio Abreu, se han estado escribiendo en tiempos recientes, cantidad de reseñas, unas resaltando el llamado proyecto del sistema nacional de orquestas nacionales, como el talento de su joven director.

   Atacar y repudiar la posición política de Dudamel y poner en entredicho su excelencia musical, por prestarse a ser imagen institucional de un régimen que, evidentemente se caracteriza por ser autoritario, militarista y abusivo contra la población, correspondería a su responsabilidad ciudadana, además como deber, conforme lo dicta la constitución nacional.

   Otro asunto pareciera ser la demostrada, evaluada y reconocida excelencia académica, que tanto docentes nacionales como internacionales han indicado de un aparente genio de la música clásica moderna.

   No somos especialistas en musicología para evaluar el desempeño de este profesional de la música, quien en la actualidad ha sido director de las más prestigiosas orquestas filarmónicas del mundo.

   Pero sí es necesario indicar que este director musical mantiene desde hace años, una estrecha relación que lo beneficia, tanto económicamente como en publicidad y promoción, de un régimen a todas luces despótico, transgresor y violador de derechos humanos.

   En esta situación, ¿se convierte Dudamel también en un agente ideológico, político y complaciente del régimen? ¿lo hace cómplice?

   No estoy en capacidad para responder estas y otras preguntas, de evidentes riesgos y que, indudablemente, llevan a asumir posiciones políticas.

   Me acuerdo en este instante, no sé por qué (-¿o sí?) de Pietro Aretino, quien indicaba con orgullo que el rostro de su madre, prostituta ella de baja ralea, fue el que usó el pintor para la mismísima virgen María, en la iglesia de Arezzo.

   Porque no es tanto la figura de una persona la que estaría siendo, o bien juzgada, y a la vez sentenciada. Es que detrás y alrededor de ella existen cientos, miles de rostros de artistas, intelectuales y académicos, de menor o mayor importancia, quienes, a la sombra y de bajo perfil, se han estado beneficiando de este régimen.

   Y es que en la historia de la sociedad venezolana la palabra que más aparece en las contraportadas del silencio, es Hipocresía.

   En el pasado reciente venezolano, figuras como José Gil Fortoul, Carlos Raúl Villanueva o  Humberto Fernández Morán, trabajaron y dieron sus aportes, en sus respectivas áreas de conocimiento, para desarrollar al país.

   Posiblemente no existían los modernos sistemas tecnológicos de comunicaciones  (redes sociales) para darnos cuenta, casi al instante, de los pasos de nuestros personajes más renombrados.

   La modernidad del urbanismo de la Universidad Central de Venezuela fue posible gracias a un visionario como Villanueva y quien lo apoyó, un dictador.

   Es difícil, lo sabemos, responder la ya vieja discusión del intelectual, su obra y su compromiso con su entorno social y político. Es de varios siglos este discurso.

   En nuestra sociedad creo que hemos sido, cuando menos, hipócritas y complacientes. Otras veces mezquinos, y casi siempre, despreciativos y moralistas con la obra y vida de nuestros artistas e intelectuales.

   Hemos preferido honrar a nuestros héroes militares, tanto, que la misma palabra “héroe” la usamos como sinónimo a la hora de señalar a un militar que participa en alguna escaramuza.

   Tenemos que asumir con reflexión sana, sin emocionalismos ni rótulos altisonantes, la crítica a nuestros mejores prohombres. Porque, evidentemente, no podremos jamás desterrar de nuestra memoria histórica y cultural, ni al Tirano Aguirre ni a Bóves ni a Simón Bolívar, ni a Pérez Jiménez ni a Hugo Chávez. Todos ellos y otros más, en su momento y por causas que cada quien creyó como justas, derramaron la sangre de comprometidos y también, de muchísimos inocentes.

   Quisiera que los ciudadanos venezolanos podamos entender a nuestros artistas e intelectuales. Reconocerles sus méritos y ciertamente, honrarles como héroes cívicos de una sociedad más humana. Que antes de generar polémicas faranduleras, se dediquen a escuchar, ver y leer sus obras. Revisar la historia cultural venezolana. Y después, hablar sobre la base de certeras afirmaciones que puedan enriquecer la memoria cultural de nuestra nación.

   Después de todo, el tiempo solo deja en nuestra memoria las obras artísticas de seres humanos excepcionales, y sus historias personales, casi siempre, quedan en el olvido.

 

(*)  [email protected]   TW @camilodeasis   IG @camilodeasis1

 

 

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