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Gustavo Coronel: Recordemos que el chavismo es la fuente original del desastre venezolano del siglo XXI.
Gustavo Coronel
La dinámica del proceso político venezolano ha llevado a algunos venezolanos demócratas a pensar que la salida de Maduro del poder puede acelerarse mediante una alianza con el chavismo que se le opone. Una alianza de este tipo llevaría a la oposición a coexistir pacíficamente con gente como Héctor Navarro, Ana Luisa Osorio, Jorge Giordani, Miguel Rodríguez Torres, Clíver Alcalá Cordones, Gabriela Ramírez, Juan Barreto y otros. Los viudos de Chávez pasarían a representar gente confiable, con la cual los amantes de la democracia pueden sentarse en una mesa y hasta caminar juntos en su oposición al narco-régimen. Existe una tendencia en este momento a pensar que la “revolución originaria” no era tan mala como lo que existe hoy en día y que Chávez si hizo bien las cosas.
Esta tendencia es atractiva para muchos porque suma aliados de circunstancia, un poco de la misma manera que para Inglaterra y USA fue conveniente aliarse con la Rusia de Stalin para derrotar al nazismo. Pero, así como sucedió con el comunismo estaliniano después de ganada la guerra contra Hitler, así sucederá con el chavismo después que Maduro y su narco-régimen se vaya del poder. El chavismo quedará como el nuevo (viejo) enemigo. Para ese momento un grupo importante de chavistas se habrá insertado en el juego democrático, esperando su oportunidad de repetir la tragedia que se llamó Socialismo del Siglo XXI.
Y esto será inevitable porque el chavismo es la fuente original del desastre venezolano del siglo XXI. Hoy en día vemos como la oposición se ve obligada a defender la constitución de Chávez en contra de la pretensión de Maduro de establecer una nueva Constituyente. Para evitar un desastre mayor muchos opositores se ven obligados a rendir pleitesía a una constitución, la de 1999, que fue creada de manera arbitraria, hecha a la medida de Chávez para perpetuarse en el poder pero, aun así, violada frecuentemente por los mismos que la habían redactado e impuesto al país, integrada por 350 artículos extremadamente prescriptivos y, por ello, incapaz de ser un documento creíble y capaz de guiar al país hacia el progreso.
EL deseo de salir de Maduro está llevando a un grupo de opositores a validar un chavismo que fue el gran pionero y autor del desastre. Fue Chávez quien inauguró la política de las dádivas, la política del odio, la política de acercamiento a los países forajidos del planeta. Fue Chávez quien creó la alianza de los malandros latinoamericanos integrada por Ortega, Lula, Kirchner, Cristina, Morales y Mujica. Fue Chávez quien pretendió formar una coalición mundial en contra de los Estados Unidos. Fue Chávez quien politizó y arruinó a PDVSA. El populismo no lo inventó Maduro, vino de Chávez. Para 2012, año de la desaparición de Chávez del poder, ya Venezuela estaba arruinada, destruida.
No pretendo decir que Chávez fue el único monstruo. Maduro ha resultado una pobre caricatura del monstruo original y ha llevado al país a un nivel de total destrucción. Pero salir de él no debe hacernos creer que el chavismo si era bueno. La historia de abusos de poder, de robo, de acercamientos a los peores bandidos del planeta que llevó a cabo el difunto, permanece fresca en la memoria colectiva de los venezolanos.
Salir de Maduro y su narco-régimen es imperativo. Hacerlo pensando que Chávez si hizo las cosas bien y que sus seguidores son gente honorable sería un gravísimo error.